sábado, 11 de mayo de 2013

Capítulo I: Un gran alboroto



Capítulo I: Un gran alboroto

Vändor caminaba por el denso bosque que rodeaba la aldea en busca de algo de agua para llevar a su aldea; hacía semanas que no llovía, y el agua comenzaba a escasear.
- ¡Vän! -Le pareció oír un grito proveniente del interior del bosque. Sus oídos de elfo no lo traicionaron; era su compañera Trisha. -Vän, mira lo que he encontrado. Está volviendo a ocurrir. Este pobre ciervo no ha tenido ni la menor oportunidad de defenderse.
- Es verdad, son las marcas del Bégimo que atacó Alboria hace unas semanas.
- Pero no es momento de preocuparse por eso, hemos venido a por agua para la aldea. Además, está empezando a anochecer.

Cuando Vändor y Trisha estaban llegando a las puertas de la aldea, vieron que un grupo de soldados alborianos hacían guardia en la puerta.
- Eh, Vän, fíjate en eso. -Dijo Trisha, intrigada.
- ¿Soldados alborianos? ¿Qué harán aquí? -Respondió el joven elfo.
Se acercaron con naturalidad y se disponían a entrar en la aldea cuando un soldado les bloqueó el paso.
- ¡Alto! ¿Quiénes sois? -Dijo uno de ellos.
- Somos aldeanos, salimos al bosque a por agua. -Respondió Trisha.
- De acuerdo, podéis pasar, pero andaos con ojo, vuestro jefe está extraño últimamente.
- Descuide. -Dijo Vändor al tiempo que retomaba la marcha.
Al llegar a la plaza central de Alboria observaron que había un gran revuelo en la zona. Intentaron informarse, pero fue en vano. Decidieron ir a hablar con el jefe de la aldea.
- ¡Jefe! ¿¡Jefe Zaíl, está en casa!? -Gritó Trisha a la vez que golpeaba la puerta.
- No está, ya podéis dejar de armar este escándalo, que suficiente hay con el de la plaza. -Sonó una voz grave, aun para provenir de un elfo, a sus espaldas.
-¡Kairyu! -Exclamó Trisha, sorprendida por la presencia de su amigo.- Estás aquí. Creímos que te habías marchado por lo del otro día.
- ¿Por el ataque de un simple Bégimo? ¡Qué va! Pero fue tan repentino que no pude defender mi hogar y salí tras él cuando escapó. Aunque mi casa quedó reducida a escombros, pero ya la estamos reconstruyendo. Ahora sólo falta la parte trasera y el sótano para que esté como antes. En Alboria se está como en ningún otro sitio.
Siguieron buscando al jefe para pedirle que les explicara la causa de aquel revuelo, de modo que se separaron y fueron cada uno por su lado.
Trisha fue hacia el oeste, a las fuentes, que estaban secas, para preguntar a los aldeanos, pero ninguno le había visto.
Vändor fue al templo, al norte, pero no obtuvo resultados.
Kairyu se dirigió hacia la plaza, en el centro-sur de la aldea, a la cual llegaban más y más soldados para calmar a la gente.
- Disculpe, ¿ha visto al jefe Zaíl? -Preguntó a uno de los soldados que acababa de llegar.
- Hace unos minutos le vi corriendo hacia el norte de la aldea, más allá del templo, parecía con prisa.
- Gracias.
Fue corriendo hacia el templo y de camino se encontró a Trisha, la cual le siguió. Más adelante vieron a Vändor, también fue con ellos.
Llegando a las montañas del norte alcanzaron al jefe de la aldea.
- ¡Jefe! -Exclamó Vändor
Éste no hizo caso y prosiguió su camino. Kairyu salió tras él antes de que fuera demasiado tarde.
- Señor, ¿qué hace aquí? -Le dijo, a la vez que le agarraba del brazo. -Usted mismo nos prohibió acercarnos a estas montañas, y mucho menos entrar en la cueva.
El jefe le miró, se soltó y siguió. Kairyu vio un brillo rojizo en sus ojos, el cual no supo reconocer. Le dejó seguir su camino y regresaron a la aldea.

viernes, 10 de mayo de 2013

Capítulo II: El comienzo de una aventura



Capítulo II: El comienzo de una aventura


Hacia la noche todo estaba tranquilo. De repente se oyó un grito procedente del norte.
- ¡Jefe! -Gritó Trisha al tiempo que se levantaba.
Su repentino salto hizo que Vändor y Kairyu reaccionasen también.
El primero en llegar al pie de las montañas fue Kairyu. Poco después llegaron sus compañeros.
- ¿Qué ha pasado? -Preguntó Trisha.
- Aún no lo sé. -Respondió Kairyu.
- Vamos. -Dijo Vändor
- Espera. -Le frenó Trisha. -¿Vais armados?
- Sí. -Dijeron al unísono.
- Pues vamos.
Se adentraron en la caverna con cautela.
Vändor se adentró primero. Cogió una flecha del carcaj que llevaba en la pierna y la encajó en la cuerda de su arco, listo para atacar. Era sigiloso y ágil, perfecto para perseguir a sus enemigos escondiéndose entre la maleza del bosque.
Trisha, con su bastón, pronunció un hechizo y lanzó una esfera de luz que se adentró lentamente en la cueva. Ella era astuta y tranquila, lo que le permitía analizar fríamente la situación y planear un contraataque con el que salir victoriosa.
Kairyu, con sus hojas, entró pegado a la pared derecha de la caverna, a la misma altura que Vändor. Era fuerte y rápido, obteniendo la iniciativa en combate y la posibilidad atacar de forma precisa y contundente a su rival.
Al poco de avanzar sintieron un viento ardiente y encontraron el cuerpo de su jefe.
- ¡Señor!- Gritó Trisha. -¿Está muerto? –Preguntó, mirando a Vändor.
- No, sólo inconsciente. -Respondió Kairyu, que tenía amplios conocimientos de medicina. -Debemos llevarlo a la enfermería inmediatamente.
- De acuerdo.
Kairyu y Vändor cogieron el cuerpo. Trisha se adelantó para calmar a los aldeanos y que no cundiera el pánico de nuevo.

Era casi mediodía, y todos estaban exhaustos tras los repetidos intentos de reanimar al líder de la aldea. Al despertar, el jefe estaba confuso y desorientado. No recordaba nada de lo sucedido la noche anterior.
- ¿Por qué estoy aquí? -Preguntó él con un gesto de dolor en la cara.
- ¿No recuerda nada? –Le preguntó la enfermera. -Estos tres jóvenes le trajeron anoche desde la Cueva Centenaria.
- ¿Qué hacía yo allí?
- ¿De verdad que no recuerda nada? -Preguntó Kairyu.
- Lo último que recuerdo es salir de casa ayer por la tarde y toparme a un hombre alto y musculoso, no era alboriano. Dijo unas palabras en otro idioma y se me nubló la vista... Desde entonces no hay nada en mi memoria.
- ¡Han robado el Diamante Real! -Gritó un soldado, irrumpiendo en la sala.
El jefe se sorprendió al oír aquello.
El soldado entró y lo vio en la cama.
- ¿Qué has dicho? -Le preguntó al soldado.
- ¿Qué es el Diamante Real? -Preguntó Vändor.
- Chicos, ¿podéis salir un momento? -Dijo el soldado.
Salieron.
- ¿Alguno de vosotros sabe qué es el Diamante Real? -Preguntó de nuevo Vändor.
- No. -Dijo Trisha. Parecía extrañada, como si ocultara algo.
- Ni idea. -Dijo Kairyu.
Cuando el soldado salió de la enfermería les hizo un gesto para que pasaran.
- Jefe, ¿qué es ese Diamante Real del que hablaba el soldado? -Preguntó Vändor.
- Ahora mismo sólo os puedo decir que la aldea está en peligro.
- No se preocupe, nosotros la protegeremos. -Dijo Trisha.
- No es un peligro que tres elfos puedan alejar.
- Somos los mejores guerreros de la aldea, podremos con cualquier cosa. -Dijo Vändor.
- ¿Incluso con un Caos? -Preguntó el jefe, alterado.
- ¿Qué es un Caos? -Intervino Kairyu.
- Un ente venido de otro Plano para atormentar a los seres de éste.
- ¿Cómo? ¿Que no es de este mundo? -Preguntó Vändor, atónito.
- No exactamente, es de otro Plano. Veréis, así como no sólo existe un Mundo, tampoco existe un único Plano espaciotemporal. En el Universo existen decenas, puede que cientos de planos aparte del nuestro. Nosotros vivimos tranquilos debido a la ausencia de Caos en nuestro Plano y sus Mundos.
- Me he perdido. -Dijo Kairyu.
-Es muy sencillo. El Universo conocido está dividido en Planos; y esos Planos, en Mundos, comúnmente llamados Regiones. Nuestro Mundo está en una zona apartada de su Plano, lo cual también ayuda a que no haya guerras ni problemas graves. Los Caos son seres que vagan de Plano en Plano con la intención de sumergir los mundos del Plano objetivo en una guerra de la que no puedan salir jamás a menos que se rindan. Hasta la actualidad, se han registrado cinco tipos de Caos, y ya han conseguido sumir en guerra a tres Planos.
- ¿Entonces, a menos que derrotemos a ese Caos, este Mundo se sumirá en una guerra?
- Exacto, pero no creo que haya venido solo. Esta Región del Plano, la Región del Oeste está muy apartada de cualquier otra, sería peligroso adentrarse solo. Además, son muy poderosos y no os resultará tan sencillo vencerlos.
- No somos los únicos guerreros del país. Y mucho menos del Mundo. Tendremos que juntar un grupo de guerreros para conseguirlo. Debemos partir cuanto antes.
- ¡No! No debéis apresuraros, tened paciencia.
- ¡Pero nos destruirán si no hacemos algo!
- ¡Ya vale! –Exclamó repentinamente Trisha, interrumpiendo la discusión. –Jefe Zaíl, cuéntenos acerca del Diamante Real.
- El Diamante Real es una de las cinco Joyas del Hermetismo. Desde hace eones, estas cinco Joyas han venido protegiendo nuestro Plano; es por ello que no hay ningún registro de guerras provocadas por los Caos en él. Sin embargo, desde hace unos años, los Caos están intentado robar las Joyas del Hermetismo, pero no se sabe para qué. Puede que simplemente quieran destruirlas para dejarnos desprotegidos, o que tengan un plan mayor. Hasta el momento han logrado robar 3 de las Joyas, incluyendo la nuestra. Debemos evitar qu--
- Espera, espera, espera, ¿qué son esas Joyas del Hermetismo? –Le cortó Kairyu, impaciente y desconcertado.
- Son las joyas que mantienen el Hechizo de Hermetismo Espacio-temporal. De esa forma conseguimos alejar a los Caos pasados, presentes y futuros de nuestro Plano y evitar que haya guerras.
- Y, ¿dónde están las demás Joyas? –Preguntó Trisha, que parecía bastante interesada.
- Repartidas por las diferentes Regiones del Plano. Sin embargo, la quinta no es nada fácil de encontrar, aunque eso ahora no nos interesa, llegado el momento os hablaré de ella. Nosotros, en la Región del Oeste, teníamos el Diamante Real; en el planeta Lantanio de la Región del Norte, se encuentra el Rubí Divino; en el planeta Actinio de la Región del Sur, se encontraba el Zafiro Vetusto, que fue robado; y en el planeta Drachma de la Región del Este, se encontraba la Esmeralda Perlada, que también fue robada. Lo más probable es que planeen destruirlas y lanzar un gran ataque, ya que el nuestro es uno de los Planos más extensos.
- Usted ha dicho que hay cinco Joyas del Hermetismo, sin embargo sólo ha mencionado cuatro, ¿qué pasa con la quinta? -Preguntó Vändor, que había estado callado y pensativo.
- La quinta Joya… -Se tomó su tiempo, suspiró, y prosiguió. -Nadie sabe dónde se encuentra. Hay muchas teorías y rumores, pero no hay nada claro.
- Entonces los Caos tampoco sabrán dónde encontrarla, ¿no? –Dijo el joven arquero con un rayo de esperanza en los ojos.
- Me temo que no podemos depender tanto de una suposición. Debemos hablar con los países cercanos y crear una alianza. Puede que vuelvan a este planeta a buscar la quinta Joya. -Respondió el jefe, tras una breve pausa para recuperar el aliento. Se sentía agotado desde que despertó y le costaba respirar, sentía que su corazón latía cada vez más rápido. -Necesito reposo. Os pido que os marchéis. Venid a verme dentro de unas horas, os contaré lo que sé sobre la quinta Joya.
- De acuerdo. –Se miraron, asintieron, y salieron.

jueves, 9 de mayo de 2013

Capítulo III: La marcha



Capítulo III: La marcha


Tras preparar su equipo, los guerreros fueron a la enfermería. Era por la tarde.
- Jefe, debemos partir hacia Valindea. No podemos permitir que esos Caos destruyan nuestro Mundo. –Anunció Vändor, que sería el líder de la operación.
- Esperad, dejadme que os cuente algo acerca de la quinta Joya del Hermetismo. -Se incorporó en la cama y tomó aire. -Hace miles de años, un sabio de la Región del Norte decidió poner fin al mandato de los Caos en su Plano. Para ello necesitaba viajar a la Región Central y crear una barrera lo suficientemente poderosa como para expulsarlos. Mucha gente se opuso con la excusa de que no lo lograría, pero a él no le importó.Una vez llegó a la Región Central, de cuyo viaje salió herido, pues no fue travesía fácil, se dirigió a Astray, uno de los planetas más avanzados tecnológicamente. Estaba convencido de que podría obtener lo que necesitaba para llevar a cabo su plan. Primero, debía conseguir una Pluma de dragón, eran extremadamente raras y difíciles de obtener, pero tenía amigos que podían ayudarle. Una vez obtenida, debía quemarla con el fuego del mismo Fénix. De ahí salieron las cinco Joyas del Hermetismo. La quinta, actualmente conocida como Uña de dragón, de la cual se desconoce su ubicación, fue la que usó como fuente de poder para el Hechizo de Hermetismo Espacio-temporal. Una vez creada la barrera, esparció cuatro de las Joyas por todo el Plano, y la quinta se la quedó él. Antes de morir, transmutó el resto de la Pluma de dragón en una uña para protegerla en un futuro. El secreto de la Uña de dragón se fue con él a la tumba, no le habló de ella a nadie. Por eso hoy no sabemos dónde encontrarla. Lo que sí sabemos es que, siendo la fuente de poder del Hechizo, sólo reaccionará ante las demás Joyas. Debéis reunir las cuatro antes que los Caos para poder llamar el poder del Fénix e iluminar la Uña de dragón.
- ¿Tendremos que recorrer todo el Plano? ¡Nos llevará toda la vida! –Exclamó Kairyu, asombrado.
- Sí, es un viaje largo, y debo advertiros, no es tan fácil entrar en la Región Central. Está oculto por una barrera que imposibilita su percepción.
- Y, ¿cómo podemos saber dónde acaba cada Región? –Preguntó Kairyu, que parecía ansioso por comenzar el viaje.
- Tengo un mapa estelar en mi casa, fruto de décadas de estudios. Podéis cogerlo, aquí está la llave. -Se sacó un aro del bolsillo de la camisa que contenía al menos diez llaves. Cogió una de ellas, pequeña, muy dentada y con la cabeza redonda, y se la entregó.
- De acuerdo. ¿Hay algo más que debamos saber? –Preguntó Vändor desde la puerta.
- No, podéis marcharos. –Respondió el jefe. –Buena suerte.
Una vez cogido el mapa, se dirigieron a la entrada del pueblo y salieron, confundiéndose con la espesura del bosque.

Cuando cayó la noche ya estaban cerca de la frontera con Valindea. Pararon a descansar en un claro, turnando las guardias por el resto de la noche.
A la mañana siguiente, cuando todos habían descansado suficiente, se dirigieron sin demora hacia el país vecino. Al mediodía estaban a pocos kilómetros de la frontera y decidieron parar a comer. El lugar en el que pararon, un pueblecito que parecía ser el arrabal de la capital y desde el cual podía observarse la fortaleza de la ciudad, tenía pinta de ser apacible, un buen lugar en el que vivir. Se observaban las almenas de las torres, con las banderas ondeando altivas al viento, y los agudos tejados en punta desafiando al cielo. Tras saciar sus apetitos, pusieron rumbo al castillo. Al llegar, unos soldados bloquearon la gran puerta metálica.
- ¿Quién va? -Dijo uno de ellos.
- Venimos a hablar con el General, tenemos pruebas de que el planeta está en peligro.
- Hmm, esperad aquí. –Se dirigió al interior de la muralla.
Tras un rato de espera, el soldado valindeano reapareció.
-Podéis pasar, pero tened presente que no está para bromas, más os vale que sea verdad lo que decís.
Tras un largo rato caminando por los interminables pasillos del castillo llegaron al aposento del General.
- General, aquí están. -Informó el soldado.
- Puede retirarse. -Respondió. -¿Y bien? ¿De qué se trata? –Esta vez se dirigió a Vändor, quien estaba delante.
- Es posible que traten de tomar el planeta. Queremos proponerle una alianza para defendernos. -Respondió, seguro de sus palabras.
- Qué tonterías, ¿quién sería capaz de tal cosa? –Dijo el General, casi riéndose.
- Un Caos. Nos han robado el Diamante Real. –Intervino Trisha.
- ¿QUÉ HAS DICHO? ¿El Diamante Real ha sido robado? De modo que no eran sólo rumores… De acuerdo, ¿qué proponéis?
- Queremos formar una alianza lo más grande posible para defendernos de un posible ataque. Nosotros tenemos órdenes de viajar por el Plano para advertir a las demás Regiones del peligro que corren. –Informó Vändor.
- Me parece bien. Me encargaré de informar a los demás países.
- Además de eso, queríamos pedirle un medio de transporte para ir a las demás Regiones. –Pidió Trisha.
- No es difícil, estamos trabajando en un nuevo modelo de nave. Si podéis esperar unos días a que esté lista, os la daré.
- Está bien, pero no se demore, es urgente. –Dijo Vändor, impacientado.
- Haremos lo que podamos, no es tan sencillo. –El General parecía irritado.
Pasaron tres días hasta que la nave estuvo completa y por fin pudieron partir. Antes de salir definitivamente del lugar, Vändor mandó un mensaje a Alboria, no confiaba demasiado en el General.

*Mientras tanto, en algún lugar del Plano, dos siniestras sombras se dirigían al extremo occidental del mismo*
- Caeru, Crocus se dirige al Plano del Norte, ¿no es cierto? –Dijo una de las sombras, que dejaba una estela verdosa tras de sí.
- Sí, fue a buscar el Rubí Divino, pero tardará en volver. Es una Región realmente extensa, no me gustaría estar en su lugar. –Le respondió su compañero, el cual también dejaba una estela, aunque ésta era azulada.
- ¿Por qué? Según Album es la Región más débil del Plano.
- Crocus es muy lento, tardará bastante en llegar. Y sí, lo es, pero compensa su debilidad en la guerra con una gran inteligencia estratégica. Según tengo entendido, se ganó el nombre de Región en sólo una semana gracias a su conocida División General de Inteligencia.
- ¿Una semana? Debes estar bromeando, ni siquiera la Región Central, la más avanzada, tardó tan poco en independizarse.
- Sea como sea, no nos incumbe, es el trabajo de Crocus, no el nuestro. Debemos apresurarnos si no queremos que Vacuam se impaciente. –Bufó a la vez que aumentaba la marcha.
- ¿Dónde está el portal? –Preguntó la sombra verde.
- Ya falta poco, apresúrate, Viride.

Una vez obtuvieron su transporte, pusieron rumbo a Lantanio, en la Región del Norte. El viaje sería largo, de modo que se acomodaron en el interior del vehículo. Llevaban ya varias horas en silencio cuando Vändor decidió hablar.
- Oye, Kairyu, ¿a qué se debe que tu voz sea tan grave? Siempre he tenido curiosidad porque, comparándola con la del resto de los elfos, no se parecen mucho, que digamos.
- ¿Nunca os he hablado al respecto? –Le miró extrañado. -Soy mestizo, mi madre era elfa, de Alboria, pero mi padre era un guerrero hume de las tierras del norte.
- ¿Por eso eres tan hábil con las hojas? –Intervino Trisha, acertada en sus deducciones.
- Exacto. Mi madre era una de las mejores cazadoras del pueblo, era capaz de moverse en la misma sombra de un animal salvaje sin que se diera cuenta; y mi padre tenía la fuerza de los hombres del norte, más allá de los campos nevados. Según me contó mi madre, era capaz de partir una roca así de grande de un solo hachazo. -Dijo, dibujando en el aire un círculo tan grande como sus brazos alcanzaban a abrirse. –Mis orejas en punta, mi complexión delgada y mi destreza son heredados de mi madre; el pelo y los ojos oscuros, la fuerza física y la pericia en combate son heredados de mi padre.
- Y todo eso lo compensas con lo poco que piensas, ¿no? -Dijo Trisha con tono bromista.
Kairyu soltó una carcajada. -Puede ser.
- Y, ¿qué hacía un hombre del norte tan alejado de su tierra? -Volvió a preguntar el líder, que ni siquiera se había girado hacia sus amigos.
- El muy cobarde huyó del campo de batalla abandonando a sus compañeros. –Dijo Kairyu, rabioso. -Y tú, Trisha, ¿de dónde proviene tu nombre?
- No pensé que te darías cuenta. -Se levantó de su asiento y se desperezó antes de continuar. -Yo tampoco soy del todo elfa. Mi padre era un elfo, también de Alboria; y mi madre era miembro del Clan de la Luna Blanca.
- Imagino que por eso puedes usar magia, me pareció extraño que supieras crear bolas de luz así como así. Además, tu bastón es poco común. Esa madera no es de nuestro país, y apostaría que su cabeza está hecha de escamas, ¿no es cierto? –El jefe siempre tan agudo.
- No pierdes detalle, ¿eh, Vän? -Le echó una mirada aguda que sintió aun estando de espaldas. -Tengo el pelo rojo, el bastón y la magia de mi madre; y la sabiduría, los ojos amarillos y las artes de combate de mi padre.
- Oye, cuéntanos algo de tu familia. –Reclamó Kairyu.
- Está bien. Mis padres eran elfos, pero no eran alborianos. Ambos eran buenos con el arco. De mi padre me queda el arco, la perspicacia y los ojos verdosos; de mi madre, los brazos finos, la melena castaña y la puntería.
De repente, algo sacudió la nave. Miraron el mapa, acababan de traspasar el límite de la Región del Oeste, estaban en Tierras de Nadie.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Capítulo IV: Una reunión caótica



Capítulo IV: Una reunión caótica


En una sala apagada y lúgubre, de gruesas paredes hechas de fría piedra, con ventanas amplias y altas como gigantes, se podían observar, alrededor de una gran mesa circular, cuatro seres. Uno de ellos, Album, que emitía un resplandor blanco estaba sentado frente a Viride, que irradiaba un aura verde. Caeru, azul como el cielo, estaba sentado frente a la puerta, la cual estaba siendo atravesada por Vacuam.
Vacuam era un ente diferente a los otros tres, no emite ningún tipo de brillo. Al contrario, parecía que absorbiese la luz. Era el más poderoso de los cinco, lo que le había hecho ganar su respeto y el liderazgo.
- Caeru, ¿qué sabes de Crocus? - Su voz, penetrante y oscura, retumbó en los muros del habitáculo.
- Aún no ha vuelto de la Región del Norte, parece que tiene complicaciones. -Respondió el azulado personaje.
- ¿Crees que deberíamos ir a ayudarle? –Intervino Album.
- No, debe aprender a valerse por sí mismo. –Respondió Vacuam, volviendo a hacer retumbar los muros.
- De acuerdo. Album y yo iremos a hablar con nuestro infiltrado en la Región del Oeste. -Anunció Caeru, poniéndose en pie.
- Id, pero debéis regresar en menos de dos días. -Ordenó el jefe.
- Eso no será problema si voy con Album. -Replicó Caeru, confiado.
Caeru se acercó a Album, puso su mano en el hombro de su compañero y desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos.
Viride se levantó y salió de la sala. Poco después, Vacuam le siguió.

Album y Caeru aparecieron en el despacho personal del General de Valindea, quien se sobresaltó al verlos aparecer tan súbitamente.
- ¿Qué queréis ahora? ¿No es suficiente con que haya conseguido el Diamante Real para vosotros? -Preguntó él, que aún no se había recuperado del susto.
- Venimos a ver si tienes algo nuevo que contarnos. -Habló Caeru, apoyándose sobre un brazo en una de las paredes de la habitación.
Era pequeño, pero acogedor, y estaba bien decorado. Había cuadros y fotos en las paredes laterales; un escritorio, detrás del cual se sentaba el General; y una mesita con una botella de cristal que contenía hidromiel junto a unos vasos. En la pared de la puerta, situada enfrente del escritorio, se apreciaba un mural en el que se veía cómo un feroz león atacaba sin temor a una gran águila y, entre ambos animales, un altar. Había un hueco en cada una de las garras delanteras del voraz depredador, uno en cada una de las patas del ave rapaz y una última cavidad en la parte superior del altar, aunque estaban vacíos. Tras el asiento del General había una vidriera, por la que entraba plenamente la luz a primera hora de la mañana.
- Tres guerreros de Alboria han venido pidiendo que se forme una alianza porque el planeta está en peligro. ¿Les sigo la corriente?
- Sí, hay que evitar que nos relacionen. -Dijo Album, desde la puerta.
- De acuerdo, formaré la alianza. Os informaré si hay novedades.

- ¡Viride! -Exclamó Vacuam, malhumorado.
- ¿Sí, señor? -Respondió presto. No convenía enfadarlo más.
- Ve a ayudar a Crocus, está tardando demasiado.
- Sí, señor. -Se dirigió a una de las grandes ventanas, se posó en el borde y saltó. Al poco rato se le podía ver volando hacia el cielo, resplandeciendo en un tono verde brillante.
Cuando llegó junto a su compañero, vio que estaba malherido. Había escombros por todas partes, no quedaba ni un edificio entero en un radio de 5km, y Crocus estaba en el centro de un gran cráter. Viride le puso una mano en el pecho y, tras unos segundos, recobró el sentido.
- Uuuh, ¿Viride? ¿Qué haces aquí? Creía que esta era mi misión. -Trató de incorporarse, pero cayó como el plomo.
- Y lo era, pero Vacuam es demasiado impaciente y parece que se cree que somos tan poderosos como lo era él antaño. -Respondió mientras curaba a su amigo con su poder. Estaba rodeado de tierra, en aquel cráter no había nada artificial, de modo que podía obtener bastante energía natural.
- No entiendo por qué no le atacamos. Entre los cuatro podremos de sobra con él. –Dijo Crocus, que parecía totalmente recuperado.
- No es tan sencillo. Vacuam podría absorbernos y dejarnos en otro plano astral por toda la eternidad. Aunque no sea tan poderoso como antes, sigue conservando sus poderes de Caos. No se dejará vencer antes de lograr su objetivo, por eso debemos seguirle.-
- Y, ¿cuál es su objetivo? No sabemos nada de él, excepto que es muy poderoso. No sabemos ni de su pasado, ni de su futuro. A mí no me llega con saber que podría hacer un agujero en mi tripa, y sé que a ti tampoco, Viri.
- No me llames así, ya te lo he dicho mil veces. -Le dio un puñetazo en el hombro. -Claro que no, pero no podemos hacer nada. Cuando no está en su sala, está dándonos órdenes.
- ¿Por qué no lo encerramos en su sala? No será difícil, si se pasa el día en ella.
- Y, ¿cómo piensas anular su poder?
- Habrá que pensar en algo… ¿Y Album?
- Está en la Región del Oeste. -Contestó a la pregunta, aunque no venía a cuento.
- No, quiero decir que si él no sabe crear campos de energía.
- Sí, pero no será suficiente para anular el vacío.
- Podemos usar tus dotes “naturales” para ampliar su poder.
- Ja-ja, qué buen juego de palabras, genio. Podríamos usarlo. Es decir, si nuestra base no hubiese sido creada en un terreno devastado. Sin naturaleza apenas tengo poder.
- Te lo podemos dar Caeru y yo.
- No valdría, son meta-poderes, no son naturales.
- ¿Te das cuenta de lo quisquilloso que eres?
- Ya.
Mientras ellos dos discutían, una nave llegó a los alrededores. Lo notaron, pero no parecía importarles. Se levantaron y fueron hacia ella con toda la tranquilidad de la que disponían.